viernes, 26 de agosto de 2011

"¡Y dale con el color magenta!"


Las diputadas socialistas critican el estilismo de Rosa Díez: "¡Y dale con el color magenta!”


No soportan que cada vez que haya un Pleno, Rosa Díez se vista de rosa magenta. Que si hoy se coloca un lazo, que si la bufanda en invierno, que si un vestido en verano. La historia se repite: cada vez que la ex eurodiputada se sube al atril del Congreso de los Diputados, intenta no olvidarse de algún complemento que incluya el tono que representa su partido. La marea magenta de UPyD se ha convertido ya en una auténtica revolución para las diputadas socialistas, las más avispadas en darse cuenta del detalle. Entre ellas mismas hacen porras para descubrir cuál será la indumentaria con la que sorprenderá la representante de UPyD: si hoy toca la camisa o los pendientes de color magenta.

El martes, día en el que Zapatero trastocó las vacaciones de todos los diputados convocándolos a una sesión extraordinaria en el Congreso de los Diputados, varias militantes socialistas cambiaron de tema de conversación cuando Díez se cruzó con ellas al abandonar el hemiciclo. “¿La habéis visto? ¡Y dale con el color magenta!”. Para el primer día del nuevo curso escolar, se decantó por una camisa de rosa chillón para decirle a Zapatero que ya que se reforma la Constitución, sea una reforma seria, profunda y debatida, “que España no está para bromas”.

Desde el color rosa chillón de su página web hasta su vestimenta, el David que ha ganado la primera batalla al Goliat del bipartidismo ha impregnado de magenta allá por donde pisa. Desde que Díez consiguió colocar a su partido en la quinta fuerza mayoritaria, sus ex compañeras de partido no pueden soportar los “aires” con los que pasea su éxito (y su color insignia) por la Cámara Baja.

Si el objetivo de Rosa Díez era convertirse en el Pepito Grillo del Congreso, lo ha conseguido. Ya no solo porque se propusiera sacar los colores al Ejecutivo y regenerar la Democracia... Ahora, incluso, hablan de su vestimenta, de su magenta corporativo, de la revolución de color que quiso levantar desde su despacho en la calle Cedaceros y que, a tenor de las críticas que levanta en algunas de sus ex compañeras socialistas, lo ha conseguido.