viernes, 4 de mayo de 2012

Rajoy propone "repensar" pero España no puede esperar


Si Mariano Rajoy tiene una idea clara de lo que hay que hacer para sacar a España de la crisis, parece empeñado en mantener el suspense al respecto. Lo último que ha dicho es que hay que “repensar la estructura de los poderes públicos”. Es una suerte que el Presidente del Gobierno se sume a lo que ya es un clamor nacional e internacional. Todo el mundo sabe ya que el Estado español es un barco que se hunde víctima de su pésimo diseño. Sin embargo, no conviene dar por hecho lo que Rajoy pueda entender al respecto. En sus declaraciones menciona  "fórmulas más eficientes de coordinación y reparto de competencias, de eliminación de duplicidades innecesarias, de solapamientos indeseables; con supresión incluso de entidades y organismos que no resistan una prueba objetiva de utilidad o cuyo coste resulte desproporcionado para los ciudadanos". A esta declaración de intenciones parece exagerado llamarla “repensar la estructura de los poderes públicos”.




Por supuesto que hay que mejorar la eficiencia y eliminar la grasa sobrante en la administración. Y el Gobierno resultaría mucho más creíble si el PP no se hubiera negado a hacerlo, como el resto de los partidos, cuando lo propuso Unión Progreso y Democracia. Entonces, los comentarios de los portavoces fueron agresivos hacia Rosa Díez, quien defendió la moción por UPyD. Fue acusada de centralista y - cómo no - de demagoga. Hoy, el Gobierno hace suyas, al menos de palabra, varias de las propuestas que entonces descalificaron. También el Ministro de Hacienda ha desdeñado la propuesta de Díez de refundar el Estado. Quizás era un simple problema de léxico (“repensar” por “refundar” y “estructura de los poderes públicos” por “Estado”), aunque probablemente sea algo más.

Eliminar lo que sobra en el Estado (aquello que nunca debió aparecer) es imprescindible, pero no basta. La proliferación de entes inútiles, la duplicación de competencias, etc. no han sucedido por azar, ni siquiera por la negligencia de malos gestores (o no solamente), sino, en primer lugar, por el diseño de nuestra Administración, de nuestras instituciones. El Estado de las Autonomías, tal y como se ha desarrollado, unido a un sistema de partidos cerrado y opaco, junto con una Ley Electoral injusta, ha favorecido el descontrol, la ausencia de responsabilidades y el despilfarro. Para que no vuelvan a repetirse, es imprescindible reconocer que estamos, como ha escrito Rodrigo Tena, ante un modelo político agotado, y acometer, como ha dicho Rosa Díez, la refundación del Estado. Confiemos en que, tras repensar, el Presidente llegue a la misma conclusión.