Hay actitudes y gestos que sirven para reconciliarse con la política. En este sentido la decisión de UPyD (Unión Progreso y Democracia), de no darle su voto a ninguna fuerza política en cuya lista haya algún implicado en casos de corrupción, su insistencia en que cualquier apoyo este condicionado a un cambio en la Ley electoral y, a la recuperación por parte del Estado de las competencias referentes a educación y, por último, su firme voluntad de luchar contra el despilfarro público, en momentos de crisis y austeridad como los actuales, prescindiendo de prebendas y privilegios, dignifica al partido, devuelve la credibilidad a la política y supone todo un ejemplo de coherencia y de decencia, por parte de una formación política que, todavía, es minoritaria pero que aspira a algo más que convertirse en partido-bisagra.
Su último gesto ha sido comunicar al Alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón y a la Presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, que no quieren el coche oficial que corresponde a cada uno de los concejales del ayuntamiento madrileño, a cada uno de los diputados a la Asamblea y al propio portavoz del grupo Luis de Velasco. Algo que ha producido desconcierto en el resto de los partidos políticos que han querido refugiarse en las medidas de seguridad para seguir disfrutando de un privilegio a estas alturas incomprensible.
UPyD (Unión Progreso y Democracia), a pesar de haber presentado candidatos solo en el cincuenta por ciento de las circunscripciones electorales, ha sido una de las grandes sorpresas de las elecciones autonómicas y municipales del pasado 22 de Mayo, aunque todo el foco mediático haya estado puesto durante la semana que ha durado el análisis de los resultados, en el importante triunfo del Partido Popular que ha conseguido hacerse con el poder de la casi totalidad de las Autonomías y municipios del país y, en la derrota histórica del partido socialista que solo ha conservado como municipio de más de doscientos mil habitantes la localidad sevillana de Dos Hermanas, territorio muy familiarizado por Felipe González y su familia.
A pesar de la precariedad con la que ha tenido que desarrollar una campaña que, en estas elecciones más que en otras, han acaparado populares y socialistas, el partido de Rosa Diez ha conseguido convertirse en la cuarta fuerza política del país y ha obtenido el mejor resultado electoral desde que la antigua dirigente socialista, que perdió las primarias socialistas en el año 2000, frente al actual presidente del Gobierno, decidiese la fundación del partido, junto a Fernando Savater y Miquel Buesa, entre otros, en el año 2007.
Con escasos medios económicos, con poco apoyo de los grandes medios de comunicación, con el silencio casi generalizado de los medios televisivos públicos, Unión Progreso y Democracia, ha conseguido casi 150.000 votos más que en las últimas generales , ha conseguido 152 concejales en 94 municipios de once Comunidades Autónomas , ha triplicado sus votos en muchas Comunidades y ha entrado en la Asamblea de la Comunidad de Madrid con ocho diputados autonómicos cuya cabeza de lista es, Luis de Velasco, un antiguo militante del PSOE que colaboró con Gobiernos de Felipe González, que no ha renunciado a su ideología socialdemócrata y que, se ha convertido en uno de los hombres claves de un partido, demasiado dominado por la figura de Rosa Díez y que tiene el gran reto, de cara a las próximas elecciones generales de recoger ese ideal regeneracionista que, al final, ha estallado en las plazas y calles de todo el país, convocados por el Movimiento 15-M, y que ningún partido político ha sabido darle respuesta.